Los días grises

 Hay días donde las montañas se esconden,

En sus caparazones blancos,

Y el cielo azul desaparece,

Y nubes de lluvia,

Aparecen.

Y mis cabellos y mi frente,

Y mis callos,

Y mis manos,

Y mis pies están mojados.

Pero el sol me seca,

Pero mis ojos rojos,

No paran de llover.

Así, se que en mi mundo,

No ha dejado de llover.

La vida y la muerte

 Me he caído en acantilados llenos de lodo,

Y he aprendido a caminar sobre arenas movedizas,

Mis manos llenas de callos,

Me han enseñado la fuerza que llevo dentro.

Y las piernas que puedo caminar por dónde quiero.

Que los pies y el mundo están en diseño.

De los bares y las calles, 

De los paisajes y los cielos.

Cuando las suelas se caen

 La bota descosida,

Y los tenis que un día fueron,

Ahora están en mi basura.

Las tardes de lluvia mojaron mi soledad,

Y ahora estoy un poco más triste.

Y no tengo tenis para caminar.

He pensado en mis tenis ideales,

En su comoda suela, 

En su calida tela.

La lucha entre el pensamiento y la acción.

Entre la libertad y la esclavitud.

Entre mis tenis viejos y yo.

Tristeza

 Sí, 

He oído que me odias.

Mis piernas flácidas,

Nunca serán suficiente. 

Los cielos y el sol que cae bajo mi piel,

Y me quema,

Y el sudor que emana de mi cuerpo,

No son suficientes.

Porque, las llantas no resuenan.

Porque, mis pies andan descalzos,

Sí, he oído que me odias.

Aún así, te amo.

Te amo...

Y he oído que he empezado a odiarte

El dolor

 Insuperable,

Cómo aquellas flores moribundas,

Y mi mirada en el estanque. 

Indestructible,

Cómo el sol de la mañana que cada día cae.

Indescifrable,

Cómo aquellos ojos marrones que me miran con frialdad.

Interminable,

Cómo la ardiente célula, 

Que camina eternamente.

Las cámaras

 Cómo espejos de un reflejo inconcluso,

Me miro despierto y dormido.

En un día soleado y fresco de enero.

¡Ay!

Quema

El corazón frío,

Desierto y desolado,

Tuyo.

¿Mío?

No lo sé,

Solo sé que podré morir en paz,

En tu fría morada.

Tus ojos cafes

 Al mirar tus ojos,

Y ver qué ya nada vale. 

Ay los angeles al ver caer,

Mi cielo y convertirme en infierno.

Pero tus grandes ojos cafés,

Me despiertan y yo me aferro. 

¡Las lagunas se inundan! 

Mis pies se caen en tierras movedizas,

Y yo me hundo un poco más,

Para poder ver tus hermosos ojos cafés.

La vida

Reír en las miradas hostigantes, 

De las personas en la ciudad. 

Los sombreros altos y las caras de porcelana.

No sean excusa para brillar en tu imperfecto molde.

Los tenis caros y los hoteles de lujo,

Y las comidas de chefs,

Y los autos lujos,

Y las motos que alumbran.

Y y y.

Solo tu y tu humilde vida importa.

Y las noches en el campo, 

Y los días frescos o soleados y tranquilos

Y tranquilos, con un fresca limonada...

Ya las heridas sanaron

Mis ojos se perdieron en algún lugar de un universo.

El mar inmenso me recuerda,

Y las olas el tacto de tu cálido cuerpo. 

Me quema el sabor de tus labios y,

El tocar de tu piel.

Correr bajo la arena suave,

Y el recorrer de tus caderas y de tu cuerpo.

Son la luz tenue del mapa de mi universo.

Poesía

 A veces no sé que es poesía.

Libros que recetan,

O libros que me adiestran.

Mis uñas carcomidas,

Y yo escribiendo poesía. 

Me duelen las manos, 

Y los pies,

Y mis dientes.

Ya se ven las grietas de los días,

Del pedazo de carne,

Y de la Coca-Cola que me tomé en la esquina.

¡Que linda es la vida!